El Ecuador de hoy - Política y Sociedad Ecuatoriana: Halloween

noviembre 01, 2005

Halloween




He aquí algunas cosas que la partidocracia ha comenzado a decir sobre lo que nos sucederá de instalarse una Asamblea Constituyente: la Asamblea dejará sin efecto los convenios de paz con el Perú; eliminará la dolarización; negará el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos; denunciará el acuerdo con este último para utilizar la Base de Manta; disolverá el Congreso; perennizará a Palacio en el poder; y destruirá todas las instituciones. Pronto dirán que los asambleístas se comerán a los niños, violarán a las damas, vejarán a los ancianos y profanarán los templos. ¡Qué miedo! Serán las brujas de Halloween. La Asamblea Constituyente será el fin del Ecuador. Sálvanos, santa OEA.

Lo increíble es que esto lo dicen quienes en los últimos años han hecho de la Constitución su papel higiénico. Los que, convertidos en psiquiatras, un día declararon enfermo mental a un Presidente elegido democráticamente y lo destituyeron sin un juicio político; los que declararon con cuarenta y pico de votos que un Presidente había abandonado su cargo cuando no lo había hecho y luego al derrocado lo enjuician por sedición; los que mandaron a enjuiciar penalmente a un Vicepresidente sin la autorización constitucional necesaria; los que designaron a un Presidente encargado sin que ese cargo exista en la Ley Suprema; los que impidieron que a un Presidente destituido le suceda su Vicepresidenta alegando un error de imprenta del Registro Oficial. Sí, estos señores ahora se han convertido en vírgenes constitucionales.

Sinceramente es difícil imaginar que pueda existir una institución que supere al Congreso en cuanto a su capacidad de aniquilar al país. El récord de destrucción de nuestro Parlamento es un récord difícil de superar. ¿Quiénes son los responsables de haber ubicado al Ecuador por debajo del África en materia de seguridad jurídica? ¿No ha sido suficiente acaso con haber hecho del sistema judicial un tentáculo de persecución, haber fomentado cinco golpes de Estado, haber aupado hasta fraudes electorales en elecciones presidenciales, así como haberse pasado dando serenatas como mariachis ante los cuarteles?

Nuestro país ha tenido varias constituyentes. Ninguna ha traído el Apocalipsis que nos anuncian estos nuevos dioses del derecho, como lo pueden confirmar algunos de nuestros actuales líderes que estuvieron cerca de alguna de ellas. Tampoco han traído el paraíso que otros creen. Pero, ¿qué podemos hacer ante la frontal negativa de la clase dirigente de introducir pocas pero importantes reformas como es la elección en segunda vuelta de los diputados o cambiar el régimen electoral?

Más temor deberíamos tener a lo que la Asamblea, como quiera que la llamen, deje de hacer. Deberíamos temer que no introduzca cambios trascendentales en el diseño institucional del país, que se limite a hacer una reformita por aquí y otra reformita por allá y esquive abordar las graves falencias que sufre nuestro sistema político; tal como ya sucedió en 1998. Si esto ocurre, esa Asamblea simplemente habrá dejado listo el camino para más frustraciones, nuevas crisis y mayores enfrentamientos. Algo que nuestra iluminada dirigencia no termina de entender.

Hernán Pérez Loose, El Universo