Mono hijueputa
Así me llamaron hace un par de meses, justo cuando con algunos compañeros de la blogósfera decidimos poner nuestra voz de protesta por Guayaquil. En algunos blogs ví como el aire regionalista, que para nada había sido nuestra intención, comenzó a subir como espuma en la cerveza, alejándose por completo del tema de nuestra propuesta: el régimen autonómico.
Sí, un día apareció en el tag-board dicho mensaje. Y me dio risa. Me dio risa saber que el Ecuador, en casi 180 años de historia republicana, no ha cambiado su modo de ver las cosas. Y es más, leía que el general Alfaro había sido el primer gran regionalista. No creo que haya sido el primero, así como tampoco creo que Eugenio Espejo haya sido el primero al afirmar que "los guayaquileños son enemigos irreconciliables de los serranos".
Lastimosamente, el regionalismo separatista ha existido siempre: argumentan que existe una mala distribución de la riqueza y el olvido del Poder Central para determinadas regiones y provincias, pero no toman en cuenta que son ellos, y solo ellos, los responsables de la debacle económica, al aparecer como alcaldes, prefectos, diputados y de todo lo que pueden (sino pregúntenle a Sicouret), olvidándose que para alcanzar esas dignidades, no exhibieron planes y programas completos de trabajo, ni fuentes de financiamiento, por desconocimiento de la geografía, la historia, la economía, las costumbres, las tradiciones y las aspiraciones de sus pueblos.
La unidad nacional debe ser, finalmente, nuestro evangelio: Nuestro planeta está fraccionado, y dicho fraccionamiento no ha generado otra cosa sino pobreza, desconcierto, discordia, guerra, historia y nosotros presenciamos esa dura realidad. América del Sur no ha podido unirse, a diferencia de América del Norte. Bolívar ya lo manifestó: "Los Estado Unidos de América del Norte dominarán y gobernarán a los Estados desunidos de América del Sur". Esa verdad amarga conocen los regionalistas, sin embargo su interés personal es incontenible y no escatiman recurso alguno hasta con su ambición, pese al daño que ocasionan al país. Los átomos se unen y forman la molécula, esa unidad estructura la materia. De la materia se ha formado la tierra y los estados. No debemos desintegrar lo maravilloso y perfecto que Dios por medio de las leyes naturales ha creado para beneficio de todos. La Unidad Nacional debe ser un evangelio en el Ecuador o dentro de poco seremos víctimas del peso del regionalismo y jamás, jamás podremos unir a nuestra patria en el altar sagrado del progreso.
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