¿Y ahora?

Que la rebelión de los forajidos valga la pena, está en nuestras manos. Que aquellos que han sufrido asfixia, disparos, e incluso de aquellos que murieron, estén orgullosos de ello.

Pero el orgullo no llega solo. Se forma. En una oportunidad para velar mejor por nuestro futuro. Es la oportunidad que necesitamos. Sí, ok: el mismo congreso, con la misma configuración, destituyó al presidente. Pero, recordemos, simplemente recordemos, que a dicho congreso lo elegimos nosotros. Y quizá por ello nos acomodamos todos los días frente al televisor a ver que es lo que han hecho. Ahora, no más. Ya no nos sentemos frente al TV. Ya no miremos más de lejos el acontecer nacional. Seamos partícipes. Exijamos a los candidatos que cumplan. Pero antes, inclusive, pensemos bien a quién le vamos a dar el voto. Esa lección no nos podemos dar el lujo de desperdiciarla.

Llevamos 7 presidentes en 10 años. Ni un promedio de 2 años por cada uno, siquiera. Y es por nuestro descontento, por nuestra rabia, por la impotencia de sabernos engañados. Ahora es el momento. Los forajidos quiteños, que derrotaron a Lucio, deben saber ello. Y por eso lo hicieron. Ahora es momento que se contagie a todo el país, de las ganas de salir adelante. De mejorar. Recordemos solamente: está en nuestras manos.